la luna cachonda nos extraña, tiembla de frío porque no hay quien restriegue sus piernas contra las garras feroces de la hierba o empape su rostro con la tímida y suave lengua del concreto.
se siente sorda, no hay música silverstre y ya nadie le grita sorprendido y extasiado desde el hocico de esos perversos matorrales. también cree que comienza a fallarle la visión, entrecierra los ojos buscándonos en el balcón desmoronado del edificio ajeno ahora habitado por fantasmas, quiere ver si alcanza a distinguir los labios de la lluvia recorrendo la tibieza de tu espalda.
se sumerge en cada habitación del Miramar y se ahoga libre sin que sus manos estén amarradas con las gastadas y desafinadas cuerdas que rompiste. le angustia que no le llegue el aroma de tu insistente cigarrito, ni el verde humo embriagador de tu sonrisa.
ansiosa se hincha poco a poco y desespera, dirige sus gemidos a la nada y desea despojarse de su luminosa piel. todo por no saber que tú la miras de frente y yo de espaldas. cada quien desde un espejo diferente.
acércate un poco y la podrás tocar de nuevo. la luna cachonda nos necesita.
se siente sorda, no hay música silverstre y ya nadie le grita sorprendido y extasiado desde el hocico de esos perversos matorrales. también cree que comienza a fallarle la visión, entrecierra los ojos buscándonos en el balcón desmoronado del edificio ajeno ahora habitado por fantasmas, quiere ver si alcanza a distinguir los labios de la lluvia recorrendo la tibieza de tu espalda.
se sumerge en cada habitación del Miramar y se ahoga libre sin que sus manos estén amarradas con las gastadas y desafinadas cuerdas que rompiste. le angustia que no le llegue el aroma de tu insistente cigarrito, ni el verde humo embriagador de tu sonrisa.
ansiosa se hincha poco a poco y desespera, dirige sus gemidos a la nada y desea despojarse de su luminosa piel. todo por no saber que tú la miras de frente y yo de espaldas. cada quien desde un espejo diferente.
acércate un poco y la podrás tocar de nuevo. la luna cachonda nos necesita.